COMPLEJIDAD, COMPROMISO E INNOVACIÓN
El año pasado, con motivo de la presentación de la Memoria de nuestras actividades del 2021 y cuando todavía no se habían disipado las amenazas de la COVID 19, la mención al comienzo de la invasión de Ucrania se hizo suponiendo inicialmente que se estaba ante unas complejidades e incertidumbres crecientes. Dichas expectativas fueron, sin embargo, muy pronto superadas y se han ido agrandando a medida que el conflicto prosigue. Y que se han visto ampliadas a otros ámbitos que no se contemplaban en aquellos primeros momentos.
Fruto de todo ello ha sido, por desgracia, un creciente desorden global que está aconsejando una reformulación de los ordenamientos conocidos hasta entonces. Y en la que habrá que tener presente las múltiples interdependencias que se habían suscitado con los modelos de globalización conocidos hasta ahora y zarandeados seriamente tras la invasión. La contienda, por tanto, ha hecho aflorar ante la opinión pública muchas de esas relaciones comerciales, productivas y de aprovisionamientos imprescindibles y en las que solo los que las gestionaban eran conscientes de su relevancia estratégica.
A partir de estos conocimientos se están diseñando modelos que permitan la construcción de las más variadas autonomías estratégicas y en los más variados campos de la actividad humana. Lo que va a requerir abrirse a nuevos mercados y a implicar, en los nuevos procesos a configurar, a otros agentes con los que fraguar nuevas alianzas y condiciones de suministro. A fin, claro es, de no depender solo de algunos proveedores de materiales, productos y servicios que, llegado el caso, pudieran estrangular el normal funcionamiento de los procesos más imprescindibles.
El año pasado, en el que se cumplía el medio siglo de la publicación del Informe Los límites al crecimiento, que se atrevió a analizar posibles escenarios futuros, escogiendo para ello la relación entre solo cinco factores determinantes: la población, los alimentos, la industrialización, el agotamiento de los recursos naturales y la contaminación ya se vio lo difícil que era perfilar como serían dichos escenarios.
Ahora, para atisbar futuros que pudieran resultar efectivos, se sabe que habría que considerar muchos más factores críticos, para intentar conocer hacia donde convendría que se dirigiesen los pasos de las sociedades actuales. Que, además, ni son homogéneas ni participan de niveles de desarrollo y capacidades similares. Lo que complica, aún más, las posibles soluciones a instrumentar para que la calidad de vida y el desarrollo humano sea algo al alcance de cualquier persona, con independencia de las circunstancias vitales y geográficas que tenga. Estas consideraciones no son extrañas al Club de Roma desde sus inicios, ni tampoco a nuestro Capítulo, pues desde los comienzos de ambos el desarrollo humano y el afianzamiento de la gobernabilidad de cada situación se han propugnado para ir mucho más allá de la mera sostenibilidad medioambiental. Proponiendo, por ello, que las acciones a acometer sirvan también para que las nuevas pautas sociales y económicas orienten sus afanes más a la suficiencia, la equidad y la calidad de vida, que a una constante expansión. Sin olvidarse de los límites de nuestro Planeta y de sus recursos, ni en las desigualdades que habrá que erradicar. Estas apreciaciones preliminares, que tienen que verse actualizadas a diario para ir incorporando las nuevas problemáticas que se presentan en cualquier sociedad, tampoco podrían ignorarse, a la hora de ir programando actividades, por los miembros de nuestras Asociaciones. Que desde que se crease el Capítulo siempre se han afanado por ver cuales debieran ser los debates que pudiesen resultar efectivos. Y que permitirían anticiparse a la hora de considerar las realidades que llegan.
En estos momentos, y al igual que el resto de los miembros que las integramos, no quisiera dejar de mencionar especialmente a dos de ellos, de entre los que nos han dejado en el transcurso de los últimos meses, pues tuvieron un papel muy relevante desde los momentos iniciales de nuestro Capítulo. Como fueron nuestra Vicepresidenta, Teresa María Mendizábal y el decano de nuestra Junta Directiva, José Ramón Lasuén.
Ambos vivieron intensamente los comienzos del Capítulo y ambos venían participando activamente, con sus tareas directivas, desde finales de los años setenta del siglo pasado, para escoger los debates más apropiados. Y hacerlo para saber dónde se está y también a donde habría que orientar las acciones que mejor contribuyesen a preservar los legados recibidos, para hacerlos llegar a las generaciones que nos seguirán.
Su compromiso con el desarrollo de nuestros programas, su permanente consejo para ampliar las actividades asociadas a los mismos y su capacidad para intuir cuales debieran ser los caminos a recorrer en el futuro para acrecentar la calidad humana, han sido para todos nosotros un ejemplo a seguir. Y su ausencia nos deja huérfanos de su palabra y de su entusiasmo a la hora de escudriñar como serán los nuevos tiempos en estos momentos de tanta complejidad y desconcierto.
En el ejercicio pasado tanto el Capítulo como la Oficina del Club de Roma en Barcelona han desarrollado un volumen de actividades similar al del año anterior, con lo que se han alcanzado un centenar de estas, apoyándose tanto en plataformas telemáticas como en reuniones presenciales e híbridas. Y en las que se han abordado temáticas diversas, que van desde el nacimiento de los nuevos multilateralismos y globalizaciones, hasta el futuro de la educación o las innovaciones energéticas plausibles. Sin olvidarse, como no podría hacerse, de ese vector que impide el desarrollo humano para todos y que no es otro que la creciente desigualdad, tanto entre personas, como entre las condiciones de vida que hay en las diferentes latitudes de nuestro Planeta.
Asimismo, en la Oficina del Club de Roma en Barcelona también se han abordado cuales debieran ser las transformaciones en pos de las ciudades sostenibles o cómo pudiera orientarse la Agenda 2030 en el Mediterráneo para afianzar la nueva seguridad humana que requieren los tiempos. Sin olvidar otras temáticas referidas a cómo debieran configurarse los gobiernos locales o cómo continuar los diálogos interculturales iniciados en ejercicios anteriores, por mencionar algunos de los ciclos acometidos.
Análogamente los Grupos Territoriales han vuelto a considerar las oportunidades y dificultades derivadas de la Economía Circular, la situación de las Reservas de la Biosfera al cumplirse el medio siglo de su creación, o cómo incide el desarrollo sostenible en la vida cotidiana. Sin olvidar, igualmente, las perspectivas del envejecimiento creciente en las sociedades avanzadas, o cual es la situación de la infancia y las diversas transformaciones económicas, sociales y demográficas que todo ello propicia.
Finalmente cabe señalar, en lo referente a las actividades realizadas, que dada la efeméride de los 50 años de Los límites al crecimiento se han celebrado numerosas sesiones al respecto, o incluso una muy singular propiciada por la presentación de la traducción al gallego del mencionado Informe. Igualmente cabría apuntarse que en la mayoría de nuestras sesiones han estado también presentes, más o menos explícitamente, las preocupaciones por la emergencia climática y las transformaciones que conllevan los avances digitales en todos los órdenes de la vida.
A la vista de estas actividades aludidas y que se han espigado de entre las que se relacionan con todo detalle en los Anexos de esta Memoria, cabe señalar, un año más, el compromiso de los miembros del Capítulo y de la Oficina del Club de Roma en Barcelona, así como la generosidad y calidad de los ponentes y participantes, que las han enriquecido con sus ideas y sugerencias. Y cuya celebración y desarrollo ha sido posible gracias al eficiente y discreto apoyo de nuestros Socios Institucionales y de las diversas entidades que han colaborado, regular o puntualmente, en los diversos ciclos y jornadas.
En este panorama, en el que se acumulan desconciertos inesperados, no queda más remedio que atreverse a ver qué hay detrás de tanta complejidad y cuáles son las situaciones rupturistas más relevantes respecto a los procedimientos de épocas anteriores. Lo que obliga a un compromiso permanente por esforzarse en encontrar soluciones viables, propiciando para ello los más diversos debates. Y que permitan ir acomodando cualquier quehacer a las nuevas exigencias y reformulaciones que pudiesen dar respuesta a las incontestables consecuencias del cambio climático y a las oportunidades y amenazas que encierra la digitalización creciente de los mercados y de las propias vidas personales.
Los nuevos signos de los tiempos requieren, por tanto, un compromiso permanente de todos para idear y contribuir a emplear efectivamente las múltiples innovaciones que cada circunstancia requiere. A sabiendas que son pocas las certezas y muchas las incógnitas con las que abordar cada asunto y encrucijada. Sin que las tecnologías al uso, o los conocimientos disponibles, indiquen todavía que camino a seguir sería el más adecuado.
El Club de Roma, desde sus inicios, fue muy consciente que, a medida que los avances científico técnicos dieran sus frutos, cada momento requeriría escoger los caminos no andados para construir un porvenir para todos. Sin poder anticipar, en cada caso, cual podría ser el más beneficioso para el desarrollo humano y para ir orillando desigualdades y discriminaciones incompatibles con las sociedades decentes en las que la calidad humana sea algo asequible para todos. De ahí que, para sortear tanta inseguridad, lo más oportuno sea hablar sobre a qué futuros llegar y, sobre todo, cuales debieran ser las vías y maneras más efectivas para lograrlo.
Y es que, si importante puede ser como esbozar los distintos mañanas posibles, resulta mucho más aleccionador hablar sobre cómo llegar a ellos. Pues son en esos detalles de cómo se podría llegar a los objetivos a los que se aspira, los que pueden facilitar que las transiciones a realizar sean factibles y no se aborden sin conocer todas las consecuencias intermedias o que puedan surgir sin que se hubiesen imaginado. Ni reparar en todos los impedimentos que las retrasen o empeoren. O que, por el contrario, imposibiliten el alumbramiento de las nuevas realidades, en que se hagan compatibles los avances de toda índole con preservar la biodiversidad y la sostenibilidad en sus facetas sociales, económicas y medioambientales.
Para lo cual es necesario aunar los compromisos para acrecentar el predicamento humano con la aplicación de las innovaciones sociotécnicas que lo afiancen. Siendo conscientes que vivimos, como ya se apuntaba, en un Planeta limitado. Esta puede que sea, junto a los deterioros que se aprecian cuando se superan algunos de los límites específicos, la única certeza con que se abordan nuestros debates. Lo cual nos estimula a aprender conjuntamente y a través de sus diálogos, para intentar entrever así que acciones convendría promover para lograr la calidad humana, la preservación de la naturaleza y la mejor simbiosis de ambas.
Isidro Fainé
Presidente del Capítulo Español del Club de Roma
Mayo de 2023