Responder al cambio requiere cambios
En un mundo que cambia con celeridad, en que se impone la globalización a través de las nuevas tecnologías de la información y las redes de intercambios bancarios y económicos, Alain Touraine se sorprende de la cantidad de personas que piensan que nada puede cambiar. Estudioso de los grandes cambios que han transformado nuestra vida personal y colectiva, el sociólogo francés aborda esta vez no ya los cambios en sí, sino la necesidad de cambiar nuestra manera de pensar dichos cambios. En su último ensayo La mirada social propone todo un marco de pensamiento distinto para el siglo XXI.
Alain Touraine
Alain Touraine es probablemente uno de los sociólogos europeos más prestigiosos. Si analistas como Geoffrey Pleyers han advertido en las reflexiones de Touraine a lo largo de más de medio siglo una evolución progresiva de lo social hacia lo cultural y de la acción colectiva hacia un sujeto personal, en este último ensayo el intelectual francés se declara lejos de todo sociologismo
y concluye que la sociología fue el estudio de los sistemas sociales y que en adelante debe definirse como el estudio de las luchas de los actores sociales para defender sus libertades y sus derechos, en la medida en que son sujetos.
Aparte de la crítica a cuanto el propio autor denomina Discurso Interpretativo Dominante
, el nuevo ensayo de Alain Touraine, La mirada social, es sin duda una lectura más que recomendable para quien pretenda acercarse a los postulados de una sociología de nuevo cuño. He aquí algunos de los sus argumentos y planteamientos.
La sociología ya no es lo que era
Lo social, que estaba en el centro de nuestra mirada, que arrogante pretendía depender exclusivamente de sí mismo y poder explicarse sólo por sí mismo, ha sido apeado de su trono. Y aún añadimos que la acción social está siempre subordinada a lo que en ella es menos social: el sujeto humano, creador de derechos que están por encima de las leyes sociales … La escuela no ha de ser concebida como una agencia de socialización, sino como un medio de subjetivización, de construcción del sujeto.
La sociología fue el estudio de los sistemas sociales; ahora debe definirse de otro modo, como el estudio de las luchas de los actores sociales para defender sus libertades y sus derechos, en la medida en que son sujetos … El cambio de pensamiento empezó hace medio siglo y va ya siendo hora de que nos demos cuenta.
Después de siglos de conquista del mundo por la razón, la técnica y las armas, hemos entrado en un espacio donde todos los caminos nos conducen hacia nosotros mismos, hacia esta construcción personal que se dedica sobre todo a reunir lo que un cierto racionalismo había disociado y contrapuesto. De ahí el peso capital que adquiere la ecología política; de ahí también la sustitución de una sociedad de hombre por una sociedad de mujeres, puesto que éstas, principales víctimas de una polarización que las colocaba permanentemente en posición de inferioridad, promueven esta reconstrucción de un conjunto escindido: reconstrucción de vínculos entre el cuerpo y la mente, entre razón y sentimiento, entre vida pública y privada, entre masculino y femenino. El machismo parece ya un fenómeno arcaico, y hasta residual.
No se trata de una resocialización que haya de dar en un sálvese quien pueda
y, por lo tanto, en el triunfo del más fuerte, sino de un universalismo más y más exigente y que opone directamente a la desigualdad y a la dominación que, en nombre del mercado, imponían las fuerzas políticas y administrativas. Es en este sentido sumamente exigente como podemos hablar del paso de una era de lo social a una era de lo moral.
Derechos culturales
Hemos pasado de una sociedad que tenía representación de sí en términos económicos a otra que lo hace en términos culturales. Del mismo modo que antes que esta sociedad que se representaba en términos económicos hemos vivido en otra sociedad donde las categorías más importantes eran de orden político. Podríamos decir de manera algo plástica que hemos pasado del mundo de Rousseau y de la Revolución francesa al de Marx y de la sociedad industrial para entrar a continuación en el mundo de Freud y en una sociedad de comunicación, de conocimiento y de cultura de masas.
Los derechos que reclamamos y por los cuales luchamos han sido derechos políticos, luego derechos sociales, que a su vez se han ampliado en derechos culturales… Estamos hablando en concreto de los derechos culturales, para significar que toda persona tiene derecho a practicar los actos principales de su cultura: lengua, religión, alimentación, formas de relaciones sexuales o de organización familiar. Un derecho que sólo está limitado por las condiciones de participación en conjuntos más vastos o diferentes.
El sentido de la vida
El mundo entero es el espacio donde se crea y se desarrolla la nueva vida cultural y social en ya que ya hemos entrado … Debemos estar simultáneamente a favor y en contra de la globalización, a favor y en contra de las nuevas tecnologías, a favor y en contra de nuestra propia transformación, sea física, psicológica o relacional. Pues el sentido de nuestra conducta ya no viene por una filosofía de la Historia basada en grandes principios, y menos aún con referencia a una moral natural
impuesta por la voluntad divida o por las tradiciones de grupos particulares.
El sentido de la vida humana procede nada más que de la definición por parte de los propios seres humanos de lo que es humano, del respeto al derecho de cada individuo a ser libre en todos los ámbitos de su vida personal y colectiva. La última palabra debe ser que cada persona tiene derecho a ser un sujeto creador de sus derechos.
Ser uno mismo
La voluntad de ser uno mismo, de crearse y defenderse como individuo con todas sus raíces y todas sus ramas, pero con ante todo una conciencia de árbol, es el único principio que hoy día puede guiar nuestras conductas, y permitirnos distinguir el bien del mal.
El sujeto del que yo hablo es universalista, lo cual significa que los derechos del hombre deben defenderse en todos los frentes y por todos; es también individualista, porque significa autoafirmación, descubrimiento de sí como doble de sí mismo, derecho a ser un ser humano con sus derechos y su capacidad de decir ‘yo’: ésta es hoy día la reivindicación principal de todos los seres humanos. No es el yo
individual el que debe estar al servicio de la sociedad, sino la sociedad y sus instituciones las que deben estar al servicio de los individuos como creadores de sí mismos.
Ser uno mismo
es una demanda que encontramos en todos los lados, cargada de esperanzas y reivindicaciones.