El pasado 18 de marzo, el Grupo Vasco del Club de Roma organizó una nueva conferencia-debate con la participación de la rectora de la Universidad del País Vasco, Eva Ferreira.
Bajo el título «Conocer para cambiar: La universidad, creadora y difusora de conocimiento, convertida en agente de transformación social”, Eva Ferreira analizó el papel de la universidad pública como agente de transformación en una sociedad que se halla en cambio permanente.
La rectora inició su intervención haciendo un repaso histórico de la UPV/EHU desde su configuración como tal en 1980. En aquellos años, la prioridad era la educación superior de los jóvenes; años difíciles, con aulas masificadas y en los que la investigación en España se encontraba con un enorme retraso frente a los países europeos de referencia.
En las dos décadas siguientes, tanto la universidad como el contexto político y social evolucionan de forma considerable. Y en 1999 se firma la declaración de Bolonia, con el objetivo principal de fomentar la libre circulación con el sistema europeo universitario.
Se crea el sistema de dos ciclos, grado y posgrado, con un sistema común de créditos, para promover la movilidad de los estudiantes. Igualmente, se fomenta la movilidad de profesorado, personal investigador y personal técnico.
Así, el acuerdo de Bolonia, que aunque parezca de mínimos, fue muy importante, más teniendo en cuenta el contexto histórico, en el que el desafío de las universidades en potenciar la investigación era muy grande.
El informe Brical recomienda aumentar la inversión en I+D y profundizar las relaciones entre universidad y empresa para conseguir más recursos y mejorar resultados en el campo de conocimiento científico y tecnológico.
En estas décadas hemos hecho una revolución académica desde la universidad de los años 80. En 30 años, pasamos de una universidad centrada en la educación superior con profesorado con poca actividad investigadora e internacional, con tomas de decisiones muy endogámicas, a una universidad de perfil internacional e investigadora, sometida constantemente al escrutinio académico y presupuestario.
Y en este contexto, con todas las dificultades, y con un escenario político con complicaciones añadidas en Euskadi, la UPV/EHU se ha hecho una universidad madura.
Hoy la UPV/EHU es una universidad joven, generalista, internacional, investigadora, enraizada en su tierra y abierta al mundo. Haciendo honor a su lema: Eman ta zabal zazu (Dad y extended).
Eva Ferrerira ofreció algunos datos que muestran la realidad actual de la universidad pública vasca: 44.000 Estudiantes en títulos oficiales, otros 14.000 en formación continua, ya sea en títulos propios de especialista, de expertos, o en cursos de verano.
Alrededor de 3.300 profesores y 1.200 personas formándose en un doctorado o con contratos postdoctorales. 1.900 personas en puestos técnicos, de gestión y administración.
Globalmente, la UPV/EHU está hoy entre las 400 primeras del ranking de Shanghái. Con áreas pioneras en cada uno de los grandes campos del conocimiento que la sitúan en todos ellos en alguna de ellas entre las 300 primeras.
Además, Las tasas de empleo sitúan a la UPV/EHU sistemáticamente entre las mejores para la juventud. En este sentido, los datos son contundentes, a mayor nivel de estudio, mayor tasa de empleabilidad y mayor calidad de empleo.
Formación e investigación han sido y son los pilares fundamentales de una universidad que se defina como tal. Y los resultados están ahí: la UPV/EHU es la segunda universidad del Estado en captación de recursos en contratos con empresas, y la segunda también en generación de spin-offs. De cada dos patentes en Euskadi, una se realiza en la UPV/EHU.
Cuenta además 30 aulas universidad-empresa, diez de ellas creadas en el último año.
Todo ello con un sistema muy complejo de gobernanza: un equipo rectoral, 20 centros docentes, 4 centros de investigación intensiva, departamentos, institutos de investigación, cátedras y una escuela de doctorado.
La UPV/EHU es sin duda agente tractor de la investigación en Euskadi, con el 55% de la producción científica.
Pero la transferencia del conocimiento no se limita a la relación universidad-empresa. Nuestra universidad pública ha cuidado y se ha involucrado cada vez con más intensidad en la utilización del conocimiento contrastado al servicio de la sociedad, de forma que revierta en beneficio social.
La divulgación científica, la protección y estudio de nuestra cultura y de nuestro arte, los proyectos con instituciones públicas y con organizaciones no gubernamentales son también parte de la misión universitaria, que se podría resumir en el uso y avance del conocimiento como motor de bienestar social.
La universidad es cada vez más importante en la construcción europea y también para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Y en el discurso de construcción europeo de educación superior, estamos más en la línea de la universidad humboldtiana. El modelo de Humboldt se basó en dos ideas de la Ilustración: el individuo y el ciudadano del mundo. Humboldt creía que la universidad (y la educación en general) debería permitir a los estudiantes convertirse en individuos autónomos y ciudadanos del mundo mediante el desarrollo de sus propias facultades de razonamiento en un entorno de libertad académica.
Decía: “Es evidente que las personas no pueden ser buenos artesanos, comerciantes, soldados u hombres de negocios a menos que, independientemente de su ocupación, sean buenos, honrados y, según su condición, seres humanos y ciudadanos bien informados”.
Proyectos actuales y de futuro
Queremos que la universidad este en el centro de la sociedad y que la sociedad esté en el centro de la universidad.
Pero es importante distinguir entre una universidad al servicio de la sociedad y una universidad a demanda de la sociedad, ya que la sociedad no demanda lo que es incapaz de predecir. No se puede resolver problemas complejos con miradas únicas. Hemos visto en el caso de la pandemia, que esta se debe abordar desde distintas ramas como la medicina, el derecho, la sociología, la economía…
La UPV/EHU fomenta también la colaboración público-privada a través de las aulas y de proyectos universidad-empresa, fomentando la formación dual.
Por otro lado, la UPV/EHU cuenta también con grupos de investigación preparados para ayudar a los objetivos planteados en el plan de resiliencia y recuperación. Si bien es triste que no se haya contado con las universidades para la elaboración de dicho plan de recuperación. Los discursos políticos siempre hablan de la importancia del capital humano y la gestión del conocimiento, pero las universidades no hemos sido interpeladas para concretar ese plan.
Valorar el beneficio social del conocimiento es indispensable para que seamos conscientes de la utilidad social de todo el conocimiento y de que el compromiso intelectual con la sociedad es necesario para construir una sociedad más abierta y democrática.
Todo este desarrollo conceptual es importante para entender dónde estamos y hacia dónde queremos ir en la UPV/EHU.
Según explicó la rectora, estamos construyendo un sistema de rendición de cuentas social, porque si decimos que nuestros resultados generan beneficio social debemos ser capaces de deciros de qué estamos hablando.
Participación en divulgación científica, jornadas de debate social, aumento de la cultura, formación a lo largo de toda la vida, personas beneficiadas de programas articulados a partir del contraste académico, etc. Son indicadores que deben ser monitorizados.
Tenemos una universidad pública que funciona muy por encima de lo que sería esperable con las condiciones de contorno. Si ponemos en la coctelera financiación y rigideces normativas frente a resultados, estamos en un grado de eficiencia que no se puede superar fácilmente.
Pero no hay lugar ni para la autocomplacencia ni para la resignación. No son esos los valores universitarios. Tenemos proyectos articulados como parte de ese objetivo general de avanzar en el nivel de madurez social y tecnológico de las ideas. Para ello, necesitamos normas flexibles que nos permitan ser agiles.
Competitividad en las aulas
Ya en el debate, y preguntada sobre la posible existencia de una competitividad extrema en la universidad, Eva Ferreira, aseguró que la juventud actual no le parece, de forma general, más competitiva que la de antes. “Se puede ser competitivo sin poner la zancadilla. Hay que competir de la manera más honesta posible”.
Respecto al programa Erasmus, aseguró que es uno de los que más ha contribuido a la construcción europea.
Preguntada por los títulos, admitió que “somos poco ágiles, pero no es una cuestión solo de la universidad, en general somos muy burócratas. Pero como sociedad medimos el conocimiento de las personas con los títulos. Las acreditaciones importan”. “Lo que sí habría que revisar es qué es lo que le da a alguien el título de doctor”.
En cuanto a la Formación dual, recordó que “no es teórica más practica en empresa. Es formación integral diseñada por universidad y empresa”.
En los siguientes vídeos puedes ver la conferencia completa, así como el interesante debate con los asistentes que tuvo lugar a continuación.