¿Qué es Orkestra?:
Creado en 2006, Orkestra-Instituto Vasco de Competitividad de la Fundación Deusto (Orkestra), tiene como objetivo apoyar la actividad de la administración pública, los agentes socioeconómicos, y todas las Universidades del País Vasco en los ámbitos relacionados con la competitividad.
Orkestra es el resultado de la convergencia de diferentes intentos estratégicos traducidos en un instrumento de partenariado coopetitivo al servicio de la competitividad y prosperidad del País Vasco.
Orkestra nace con el fin de identificar los caminos reales de la competitividad y el bienestar demandados por la sociedad cambiante e innovadora del País Vasco, orientando y acelerando el desarrollo de políticas públicas y agendas privadas empresariales mediante el desarrollo sinérgico de tres funciones esenciales: la investigación, la interacción y la instrucción.
Anualmente publica sus Informes de Competitividad del País Vasco, que podéis consultar aquí
Resumen ejecutivo
Conclusiones: mejorar la competitividad en un tiempo de crisis.
La CAPV apostó hace tres décadas, en el contexto de una profunda reconversión de su industria tradicional, por la restructuración de su economía en un sentido industrial, en el que, además de reestructurar los sectores tradicionales y acomodarlos a las exigencias de una economía abierta, se buscase su diversificación hacia actividades industriales avanzadas y emergentes. Esta transformación se realizó apoyándose en la demanda industrial y el entorno productivo existentes, y acompañados por un desarrollo relevante del sector de servicios empresariales intensivos en conocimiento.
Transcurridos los años, el impulso y la transformación industrial, aunque exitosos en términos relativos, se encuentran, no obstante, inconclusos. La tipología de regiones europeas que se desarrolla en el Informe muestra que en el transcurrir del desarrollo de las regiones desde una etapa de desarrollo a otra, la senda por la que debiera transitar la economía vasca, la llevaría desde su ubicación actual en el «grupo de regiones centrales de nivel económico y tecnológico intermedio » (acompañada de regiones como Aquitania en Francia, Trento y Toscana en Italia, Waloniaen Bélgica y Cataluña en España), hacia un colectivo de mayor exigencia y excelencia de «regiones de alta capacidad económica y tecnológica» (en el que se encuentran, entre otras, Emilia-Romagna en Italia, Niedersachsen en Alemania y Limburgo en Holanda). Expresado en la terminología porteriana (Porter, 1998), la economía vasca está en el tránsito de un estadio competitivo en el que ha primado la búsqueda de eficiencia basada en la inversión, hacia otro estadio en el que las empresas primen la mejora de la productividad basándose en la innovación, la sostenibilidad (eco-innovaling) y el desarrollo de proposiciones únicas de valor.
Y como hace treinta años, las transformaciones han de hacerse en medio de una crisis profunda. Afortunadamente, el modelo vasco de crecimiento de los últimos años ha estado basado en menor medida que el español en el sector inmobiliario y en la incorporación de mano de obra inmigrante de baja cualificación. No obstante, aunque los retos que debe afrontar la economía vasca difieren en tal sentido de los que debe afrontar en su conjunto la española, también la economía vasca se ve ante retos en una doble dimensión: por un lado, retos de transformación de su modelo y transición a un estadio superior de desarrollo competitivo; y por otro, retos de hacer frente a la situación de crisis que afecta a las economías española y mundial, a las que se encuentra interconectada.
Con relación a la primera dimensión la transformación del modelo productivo
, una serie de indicadores pone de manifiesto el relativo agotamiento del modelo de crecimiento seguido hasta el presente. Los buenos resultados alcanzados en términos de output económico parecen no ir alineados con los resultados relativamente pobres en los indicadores disponibles de innovación (gasto en I+D, patentes, exportaciones en sectores de nivel tecnológico alto, etc.). Esto es lo que se ha llamado paradoja de la competitividad, cuyo análisis se desarrolla en el documento y alumbra la necesidad de profundizar, en coordinación con otras instituciones relevantes, acerca de los indicadores apropiados para capturar estadísticamente la innovación.
Las altas tasas de ocupación alcanzadas previamente a la actual recesión y el marcado envejecimiento de la población regional muestran que en el futuro el crecimiento regional ya no puede descansar en «poner más gente a trabajar». Por otra parte, la ralentización del crecimiento de la productividad desde finales de los noventa, además de la composición y destino de las exportaciones, la limitada penetración de las empresas vascas en los mercados tecnológicamente más exigentes, o la reducida capacidad de inversión extranjera y recursos humanos de alta cualificación, indican que hay que aumentar el grado de innovación.
Buena parte del éxito competitivo e innovador alcanzado hasta ahora por la CAPV, el llamado modelo vasco de competitividad, ha consistido en haber combinado competencia con cooperación, y en la estrecha colaboración e imbricación habida entre los sectores público y privado. Un ejemplo paradigmático de todo ello lo tenemos en los procesos de clusterización desarrollados con el apoyo del Gobierno Vasco. Pero como antes se ha señalado, el paso a un estadio de desarrollo competitivo superior requiere el avance en otras formas de cooperación e innovación.
Resulta necesario que, junto con la cooperación con otros agentes del clúster o del sistema regional de innovación, las empresas y restantes actores del País Vasco incorporen crecientes dosis de conocimiento y se integren en redes internacionales, de modo que el local buzz (rumor local) se enriquezca y refuerce con el global pipeline (conexión global).
Por otro lado, la innovación y aprendizaje basada en la experiencia (aprender «haciendo», «usando» e «interactuando», el llamado modelo DUI), en la que ha descansado buena parte de la competitividad de las empresas vascas, ha de incrementarse mediante la incorporación de formas de organización del trabajo más participativas e impulsoras del aprendizaje.
Y adicionalmente, sin abandonar ese aprendizaje o innovación basados en la experiencia (que, debido a la estructura sectorial y empresarial vasca, seguirá siendo la dominante y caracterizadora del modelo vasco), la economía vasca debe impulsar también los modos de innovación y aprendizaje basados en la Ciencia y la Tecnología, en los que, si no con relación a las restantes regiones españolas, con relación a las regiones de los países del norte y centro de Europa, todavía muestra debilidades notables. Particularmente deberá mejorar la eficiencia de su sistema de innovación, corrigiendo la desfavorable ratio que presentan sus outputs tecnológicos (por ejemplo, patentes) con relación a los inputs tecnológicos (por ejemplo, gasto en I+D).
Con relación a la segunda dimensión referente a los retos que afronta el País Vasco en el contexto de la crisis, su especialización productiva y su dependencia de los mercados español y europeo, así como de los sectores que en tales mercados están sufriendo una fuerte contracción (especialmente, construcción residencial y automoción), hacen que también, aunque con cierto retraso, los efectos de la crisis se hayan hecho evidentes. Ante tales factores, de carácter muy probablemente estructural y de efectos inmediatos, la propuesta pasa por construir sobre las fortalezas de la estructura productiva vasca y reforzar aquellos elementos de su sistema de innovación, particularmente su desarrollada capacidad de cooperación y el relativamente eficiente sistema de colaboración público-privado en el diseño e implementación de las políticas públicas. Ello habría de permitir construir fortalezas o ventajas competitivas para el futuro.
Ante este reto, afortunadamente, y siempre en términos generales, las empresas vascas han llegado a la crisis en una posición relativamente más favorable: dejando a un lado su menor implicación en el sector de la construcción, sus niveles de endeudamiento son menores que los de las empresas españolas y europeas, y el porcentaje de ellas perteneciente a grupos empresariales es relativamente mayor, lo cual les otorga una mayor flexibilidad financiera para resistir en la crisis.
Asimismo, y más allá de la anteriormente referida limitada penetración de las empresas vascas en los mercados más exigentes tecnológicamente, el hecho de que un número relevante de ellas hayan ya incursionado con éxito en los mercados exteriores y se hayan internacionalizado productivamente puede ayudar a afrontar mejor el estancamiento económico que está teniendo lugar, especialmente en los mercados españoles y europeos.
Como anteriormente se ha señalado, la crisis de la economía mundial incorpora una serie de factores externos y que requieren de una respuesta inmediata a los retos más estructurales que de por sí debía afrontar la economía vasca. Es convencimiento del Instituto Vasco de Competitividad que las respuestas que se planteen en este contexto de crisis no pueden entrar en contradicción con las que requerirían los desafíos más estructurales que debe afrontar la economía vasca o, aun sin entrar en contradicción, plantearse ignorando la posibilidad de incidir sobre aquellos. La crisis es un revulsivo que obliga a actuar y, en este sentido, una oportunidad para avanzar con paso decidido hacia un nuevo estadio competitivo basado en las ganancias de productividad a través de la optimización de la innovación y la sostenibilidad.
Este nuevo estadio se construye sobre los siguientes vectores:
- Apostando por una I+D suficiente y eficiente, además de por apoyar los aspectos institucionales característicos de la política industrial y el sistema vasco de innovación.
- Desarrollando aquellos aspectos de la i poco desarrollados en el modelo, tales como la comercialización, la organización, etc. En este objetivo es muy relevante el papel de los agentes del conocimiento.
- Incrementando el tamaño de las empresas vascas para acometer proyectos intensivos en inversión.
- Desarrollando el emprendizaje, especialmente aquel de base tecnológica.
- Avanzando decididamente hacia la internacionalización, con el objetivo de penetrar mercados y sectores productivos en expansión.
- Captando conocimiento e inversiones extranjeras.
- Allegando los recursos financieros necesarios; desarrollando, si fuera necesario, nuevos instrumentos financieros para (I) la internacionalización productiva de las empresas vascas, particularmente hacia los países más exigentes tecnológicamente y en los sectores de mayor valor añadido; (II) la realización de estudios de viabilidad de implantaciones exteriores en la misma línea anterior; (III) la implantación en la región de inversiones, fundamentalmente de valor añadido, y (IV) las iniciativas emprendedoras de base tecnológica.
- Dotándose de una institucionalidad apropiada, tanto en términos de acción política como de cooperación.
En términos de su institucionalización, la política de impulso a la competitividad debería construirse sobre los importantes logros alcanzados en la cooperación entre los diferentes agentes, como por ejemplo, los que componen la red de clústeres. Es importante, no obstante, actualizar y dinamizar el concepto de clúster en una línea que, por motivos de ser sintéticos, podría caracterizarse por su apertura y voluntad de establecer alianzas y desarrollar proyectos transterritorial e intersectorialmente.
Las asociaciones clúster podrían ser, asimismo, un mecanismo ágil, para la captura temprana de información sobre los sectores económicos, así como para el diseño e implantación de acuerdos y políticas de gobierno. Es relevante señalar que en el contexto actual de incertidumbre, el tiempo para capturar el conocimiento y gestionar el diseño e implantación de políticas es una variable que adquiere particular relevancia. En este sentido, las asociaciones clúster, así como otras instancias de generación y facilitación de conocimiento, pueden jugar un papel relevante.
Si se observa la red de agentes de la CAPV, sus conocimientos y competencias, es evidente que la región tiene un enorme potencial de aprendizaje e innovación, siempre y cuando consiga activar los mecanismos para que los distintos agentes de competitividad puedan aprender de la experiencia de los demás. Los elementos que pueden facilitar estos procesos de aprendizaje e innovación, directamente vinculados con la competitividad, pueden agruparse en torno a las dos últimas recomendaciones, claves para la transición al estadio competitivo basado en la innovación. La primera es la integración y coordinación del trabajo de los diferentes agentes para la definición y consecución de la estrategia compartida. En los próximos años será crítico que los distintos agentes (administraciones públicas, empresas, universidad, centros tecnológicos, entidades para la colaboración, entre otros), visualicen con mayor claridad una estrategia compartida que sirva de base para coordinar el trabajo conjunto. La segunda recomendación es garantizar la presencia de entes para la colaboración focalizados y la generación de los instrumentos facilitadores que sean necesarios. Se ha señalado que la CAPV cuenta con un entramado rico en cuanto a entes para la colaboración. El gran reto es que estos sean capaces de impulsar procesos eficientes de cogeneración de conocimiento orientado directamente a la innovación.
En cualquier caso, y ante la dimensión extraordinaria de los retos, un factor que suscita esperanza es la tenacidad mostrada por los empresarios de la región en los últimos treinta años, en los que ha demostrado una enorme capacidad de resistencia en contextos económicos y políticos sumamente difíciles, además de su compromiso social con su entorno.