«Ya no hablamos de las ballenas, hablamos de nosotros»
Caliente, plana y abarrotada (Hot, Flat, and Crowded, 2008) es la última aportación del periodista Thomas L. Friedman. Un título para tres ideas clave: el cambio climático es una realidad (caliente), la globalización constante (plana) y el incremento demográfico imparable (abarrotada). El futuro dependerá de las decisiones que seamos capaces de adoptar durante el siglo XXI. “Ya no estamos hablando de las ballenas. Hablamos de nosotros.”
Thomas L. Friedman
El autor de La Tierra es plana (2006) propone tres grandes medidas, a su juicio de obligado cumplimiento: abandonar la orientación emprendida y apostar por una auténtica revolución “verde”; requerir la intervención de dirigentes con capacidad de liderazgo y posibilitar, entre todos, un desarrollo económico y social comprometido, basado en la innovación.
A continuación se extractan tres textos originales que, presumiblemente, responden a las tres grandes ideas preconizadas por el autor.
La cultura del no
Como democracia, nosotros, en Estados Unidos, somos cada vez más bananeros en este sentido (BANANA. Build Absolutely Nothing Anywhere Near Anything –»no construyáis absolutamente nada cerca de ningún sitio»–). Necesitamos más energía nuclear, pero nadie quiere que los residuos se almacenen cerca de su casa; pensamos que los aerogeneradores podrían dar un impulso tremendo a nuestra red eléctrica, pero por favor no pongáis ninguno en Hyannis Port (Massachusetts), no vaya a ser que me estropee la vista al océano; la energía solar claro que sí, la energía solar es la solución, pero que a nadie se le ocurra hacer pasar la línea de transmisión de alta tensión desde donde se puede generar energía solar a gran escala, en los desiertos de Arizona, por todo el territorio que la separa de Los Ángeles, donde más la necesitan; tal vez el gas natural sea mejor que el carbón para producir electricidad, pero no es atreváis a construir una terminal de gas licuado, que nos permitiría importar más gas natural, en ninguna localidad de la costa norteamericana; de acuerdo pues, optemos por el carbón con secuestro del CO2, pero si secuestráis el CO2 en cavernas subterráneas, empieza a gotear y sube por mi váter, ya os podéis preparar porque os pondré una demanda de agárrate, o sea que no se os ocurra almacenar carbono cerca de mi casa; y en cuanto a la energía maremotriz, sí, de acuerdo, siempre que no pongáis uno de esos grandes generadores cerca de mi playa favorita.
La importancia del liderazgo
Por todas estas razones, si somos capaces de reunir la voluntad, la determinación y la autoridad para impulsar una auténtica revolución verde, necesitamos un presidente que no tenga miedo a hacer lo que haga falta para liderarla… Siempre que uno se enfrenta a un gran reto, como acabar con la segregación o luchar en una guerra mundial, la calidad del liderazgo es frecuentemente el factor decisivo. En el caso de la Era del Clima y la Energía, necesitamos líderes que sean capaces de presentar las cuestiones de forma que la gente entienda por qué ignorarlos es una amenaza y por qué enfrentarse a ellos es una oportunidad tan grande.
En un planeta caliente, plano y abarrotado, es esencial que el próximo presidente también sea un director general que encuentre la manera democrática de imponerse a esa bestia energética, que brama y se agita, de la que unos tiran hacia un lado y otros, hacia otro, y concentrarla en una sola prioridad: innovar y generar energía limpia, ahorro energético y conservación a través de un sistema inteligente.
Necesitamos primero un presidente que sepa presentar este reto como una oportunidad y como una obligación. Si lo verde se toma como un gasto, será un fracaso. Si se ve como una inversión más, será un fracaso. Si se ve como una gran oportunidad, como una inversión extraordinaria que significará una transformación radical y que reportará unos beneficios colosales, será un éxito.
El reto de la sostenibilidad
Somos la primera generación de estadounidenses en la Era del Clima y la Energía. Ya no estamos hablando de las ballenas; hablamos de nosotros. Y lo que hagamos con los retos del clima y la energía, la conservación y la preservación, les dirá a nuestros hijos quiénes somos de verdad. Nuestra suerte es que nacimos en una época de gran prosperidad e innovación tecnológica. Nuestra desgracia es que para extender esa prosperidad y alcanzar nuevas cotas de desarrollo tecnológico, ya no podremos hacerlo a la antigua usanza, simplemente esquilmando los recursos mundiales y pensando que el universo y la naturaleza giran a nuestro alrededor, y no al revés.
Debemos redefinir lo verde y redescubrir América, y al hacerlo redescubrirnos a nosotros mismos y lo que significa ser norteamericanos. Volvemos a ser todos Peregrinos. De nuevo navegamos en el Mayflower; nunca hemos llegado a estas costas. Si no somos capaces de reconocer esto, seremos una más de las especies amenazadas. Pero si aceptamos el reto y realmente nos convertimos en la Re-generación –redefiniendo lo verde y redescubriendo, resucitando y regenerando Estados Unidos—nosotros, y el planeta, no sólo sobreviviremos, sino que prosperaremos en una Tierra caliente, plana y abarrotada.
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